En días pasados, en medios de comunicación y redes sociales, un consultor político
ecuatoriano, dio fe de lo “GRAN ALCALDE” que fue el antecesor del actual
alcalde, debiendo reconocer en el mismo un alto grado de sinceridad.
En este año electoral, a propósito del
marketing político, es importante conocer como asesores; hombres y mujeres con
trayectoria en asesoramiento político y que ofertan estrategias a sus clientes,
partidos políticos, a todo aquel o aquella personas que se sienten con
capacidad y con la ambición necesaria para asumir la representación de los
intereses de los ciudadanos y ciudadanas, con el objetivo de asegurarles un
triunfo seguro.
.A cambio de sus
servicios, obtienen importantes sumas de dinero que muestran también el negocio
económico detrás del marketing político, y que no lo critico, al fin y al cabo
están haciendo pleno ejercicio de su profesión; mas si lo hago al político o a
la política que incluso conociendo de sus limitaciones y desconocimientos,
prefiere dejarse llevar por su vanidad y ambiciones desmedidas en desmedro de
todo acto de responsabilidad con la que debe actuar quien se dedique a una actividad basada
en el servicio a los demás.
Toda estrategia política conlleva una
fundamentación y diferentes objetivos. Lo que caracteriza el trabajo que
realizan los distintos asesores de los candidatos de derecha es que el
principal interés reside en inventar y
consolidar líderes capaces de representar a los sectores de la “nueva
derecha” y que capten el respaldo necesario para ganar las elecciones.
Estos asesores tienen la capacidad de retomar
instrumentos del campo de la publicidad y el marketing, transformando la
política en un producto que se intercambia en el “mercado electoral”.
La construcción de estos liderazgos de los
sectores conservadores en el plano de la política electoral conlleva equipos de
trabajo que diagraman cada paso, cada sonrisa y cada silencio en los discursos
y estrategias de difusión de los candidatos.
Entonces donde queda la existencia de una
propuesta, un plan, una proyección más allá de la coyuntura, un catalizador que
oficie de marco a las políticas a implementarse.
Logrará el marketing y la imagen dominar el
mundo de la política e imponer efectivamente un nuevo modus operandi. Serán
suficientes únicamente la estrategia y el candidato.